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sábado, 13 de outubro de 2012

Carlos Taibo : Por la autogestión y la desmercantilización

Dentro del movimiento del 15 de mayo -y dentro de otras muchas iniciativas- hay, si así se quiere, dos grandes posiciones. La primera entiende que el cometido principal del movimiento estriba en elaborar propuestas que se espera sean escuchadas, en un grado u otro, por nuestros gobernantes. La segunda, muy diferente de la anterior, aspira, antes bien, a crear espacios de autonomía en los cuales procedamos a aplicar reglas del juego diferentes de las que nos impone el sistema que padecemos. Y a hacerlo, por añadidura, sin aguardar nada de esos gobernantes que acabo de mencionar.

Mi impresión es que la segunda de las posiciones ha ido ganando terreno en el 15-M. No se olvide al respecto que el panorama general en lo que hace a ganancias de la mano de la primera de las perspectivas enunciadas es manifiestamente desalentador. Claro que no sólo se trata de eso: hora es ésta de recordar que en una de sus matrices principales el movimiento del 15 de mayo nació, un año atrás, al amparo de un propósito expreso de cuestionar un sistema seudodemocrático en el que al cabo, y de siempre, son los grandes poderes económicos los que dictan las reglas del juego. Sobre esa base estaba servida la conclusión de que, aun siendo comprensibles las demandas de reforma de ese sistema que formulaban muchos sectores del 15-M, la inercia del movimiento conducía muy a menudo a lo que cabía entender que era una apuesta por la construcción de un orden distinto y plenamente autónomo.

No está de más que proponga dos ejemplos que permiten perfilar el escenario de la discusión. El primero remite a la muy extendida petición, que algunos asimilan sin más con el 15-M como si una y otra realidad se solapasen, de reforma de la ley electoral. Supongamos, que es mucho suponer, que los dos grandes partidos aceptan la reforma en cuestión y que ésta tiene un perfil saludable. ¿Qué cambios profundos cabe augurar que se derivarían de ello? La posibilidad de que PP y PSOE perdiesen una parte, sin duda menor, de los escaños de los que hoy disfrutan en el parlamento, ¿modificaría sustancialmente la realidad que palpamos en estas horas? ¿No es lamentablemente ingenuo suponer que una reforma de la ley electoral va a resolver alguno de nuestros problemas principales?

El segundo ejemplo que me interesa rescatar es el de la propuesta de creación de una banca pública. No se trata ahora de discutir el buen o mal sentido de tal propuesta. Se trata de preguntarse, antes que nada, cuánto tiempo podemos aguardar para que se perfile esa fórmula de banca. Lo diré con un punto de ironía: ¿cuánto tiempo habrá de transcurrir para que Izquierda Unida cuente con 150 representantes en el Congreso de Diputados? ¿Podemos permitirnos esperar hasta entonces o, como me temo, los deberes son La gestación de una banca pública exige el beneplácito de fuerzas políticas y de grupos de presión que apuestan con descaro, apoyados en las mayorías, por otros horizontes.mucho más acuciantes e imperativos? Mal haríamos en olvidar que la gestación de una banca pública reclama inexorablemente del concurso de partidos, parlamentos y leyes, o, lo que es lo mismo, exige el beneplácito de fuerzas políticas y de grupos de presión que apuestan con descaro, apoyados en las mayorías, por otros horizontes. Y ojo que no cabe en modo alguno descartar que populares y socialistas acaben por perfilar una banca pública con cometidos bien diferentes de los que, cargados de respetables buenas intenciones, pretenden asignar a aquélla nuestros economistas socialdemócratas de bandera.

Ante el panorama que acabo de mal retratar de la mano de los dos ejemplos propuestos, ¿no es mucho más hacedero y realista el proyecto que nos invita a construir desde abajo un mundo -unas relaciones económicas y sociales- nuevo y desmercantilizado? No estoy hablando, por lo demás, de un proyecto etéreo. Las realidades correspondientes ya están ahí. Pienso en los grupos de consumo que han proliferado en tantos lugares, en las perspectivas que surgen de las cooperativas integrales, en las ecoaldeas e instancias similares, en los bancos sociales que rehuyen el lucro y el beneficio o, por cerrar aquí una lista que bien podría ser más larga, en el incipiente movimiento que plantea el horizonte de la autogestión por los trabajadores en el caso de muchas empresas amenazadas de cierre. En todas estas iniciativas lo que despunta es un esfuerzo encaminado por igual a rechazar la delegación del poder en otros y a alentar la práctica de la socialización sin jerarquías, las más de las veces sobre la base de postulados antipatriarcales, antiproductivistas e internacionalistas. ¿No empiezan a acumularse los argumentos para sostener que el viejo proyecto libertario de la autogestión generalizada es, no sin paradoja, mucho más realista que aquel otro que, al amparo de la vulgata socialdemócrata de siempre, todo lo hace depender de partidos, leyes y parlamentos?

A menudo me encuentro a personas que, con argumentos respetables, subrayan que las dos opciones a las que me refiero en este texto no son incompatibles. Lo aceptaré de buen grado: no tengo por qué concluir, en particular, que quien legítimamente pelea por reformar la ley electoral es hostil a la gestación de espacios de autonomía no mercantilizados (y viceversa). Creo, sin embargo, que lo suyo es subrayar que esas dos opciones no sólo remiten a objetivos y métodos diferentes: se materializan también en proyectos organizativos distintos. Mientras en el primer caso el movimiento en que se concretan no es sino un instrumento al servicio de un proceso que debe discurrir fuera de él, en el segundo -el de los espacios de autonomía- ese movimiento se convierte, de la mano de la asamblea, de la democracia directa y de la autogestión, en objeto con vida propia que, cabal y autosuficiente, no precisa de representaciones externas. De cara al futuro, y por su dimensión de demostración de que es posible hacer las cosas de forma diferente, parece que esta última es una apuesta más inteligente.

Carlos Taibo (www.carlostaibo.com) es profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid.

Fuente : http://www.decrecimiento.info/2012/10/por-la-autogestion-y-la.html

quinta-feira, 3 de maio de 2012

Configuración y crisis del mito del trabajo

Escrito por José Manuel Naredo. Universidad Politécnica de Madrid
  
Enlace original: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn119-2.htm 

La noción actual de trabajo no es una categoría antropológica ni, menos aún, un invariante de la naturaleza humana1. Se trata, por el contrario, de una categoría profundamente histórica. El trabajo, como categoría homogénea, se afianzó allá por el siglo XVIII junto con la noción unificada de riqueza, de producción y la propia idea de sistema económico para dar lugar a una disciplina nueva: la economía. La razón productivista del trabajo surgió y evolucionó, así, junto con el aparato conceptual de la ciencia económica. En esta comunicación se pasará revista a esta evolución revelando, en este caso, la conexión entre ciencia, ideología y sociedad y entre el lenguaje científico y el lenguaje ordinario, que reviste particular importancia en las ciencias sociales. De esta manera, al situar en amplia perspectiva la razón productivista del trabajo, podremos relativizarla y criticarla. El plan de la exposición será el siguiente. En una primera parte se pasará revista a los valores, concepciones y modos de vida que predominaron en las sociedades humanas antes de que se extendiera la idea actual de trabajo. En una segunda parte se analizará el caldo de cultivo ideológico en el que nació la razón productivista del trabajo, que acabó configurando tanto al cuerpo social como al comportamiento individual en la actual civilización. En una tercera parte, se pasará revista a los hechos que están provocando la crisis conjunta de la función productivista y social que se le venía atribuyendo al trabajo en nuestras sociedades. Por último se apuntarán las perspectivas que tal crisis ofrece.
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domingo, 22 de abril de 2012

¡Rebelaos! - Publicación por la autogestión

Publicación REBELAOS
https://www.rebelaos.net/

Herramientas y recursos para impulsar el desarrollo de autogestión en el ámbito local, mediante la interacción en red y la autoorganización desde abajo.

terça-feira, 20 de março de 2012

Club Robin

Une expérience de système économique au service de l'humain, sur le modèle du robin, se prépare en Province de Liège (Belgique) et pourrait se répandre rapidement en Europe.

Pour comprendre cette initiative citoyenne et y participer, ou pour la développer dans votre région lisez ce livre gratuit sur: http://www.club-robin.org/robinliege/index.html

Pour vous inscrire: http://www.club-robin.org/province/index.html

Faites circuler ces liens le plus largement possible. Merci!

Pourquoi ce site?

Parce qu'en ce début de XXIe siècle, l'humanité est confrontée à une tragédie humanitaire, une tragédie écologique et à des incertitudes économiques qui rendent urgente une correction du système qui les a provoquées.

Parce que les structures politiques, syndicales, financières, religieuses, médiatiques et même associatives, dans lesquelles les décideurs et leurs valets trouvent encore leur compte, ont tendance à se pérenniser sans s'adapter.

Source: http://www.club-robin.org/

sábado, 10 de dezembro de 2011

What's the Economy For, Anyway? By John de Graaf and David K. Batker


Named Best Business Book for Fall 2011 by Publishers Weekly

The question no one ever bothered to ask about the economy: How can we make it work for us, instead of the other way around?

In this funny, readable, and thought-provoking book based on the popular film of the same name, activists John de Graaf (coauthor of the bestselling Affluenza) and David Batker tackle thirteen economic issues, challenging the reader to consider the point of our economy. Emphasizing powerful American ideals, including teamwork, pragmatism, and equality, de Graaf and Batker set forth a simple goal for any economic system: The greatest good for the greatest number over the longest run. Drawing from history and current enterprises, we see how the good life is achieved when people and markets work together with an active government to create a more perfect economy-one that works for everyone.

Beginning by shattering our fetish for GDP, What's the Economy For, Anyway? offers a fresh perspective on quality of life, health, security, work-life balance, leisure, social justice, and perhaps most important, sustainability. This sparkling, message-driven book is exactly what those lost in the doldrums of partisan sniping and a sluggish economy need: a guide to what really matters, and a map to using America's resources to make the world a better place.

sábado, 3 de setembro de 2011

Homenaje a Cataluña II



"Homenaje a Catalunya II es un documental, una investigación, una historia de historias sobre la construcción de una economía sostenible, solidaria y descentralizada. Tejiendo redes que superan la individualización y la división jerárquica del trabajo. Miles de personas cada día en todo el mundo. Aquí y ahora."

Sitio web: homenatgeacatalunyaii.org/​es
Licencia: creativecommons.org/​licenses/​by-nc-sa/​3.0/​deed.es

quinta-feira, 17 de fevereiro de 2011

Pour un municipalisme libertaire | Aquitaine décroissance

« Une société écologique suppose la fin de la hiérarchie et de la domination sur toutes ses formes. » Murray Bookchin

Contribution de la CEN aux journées de Mars du MOC

Nos sociétés «développées » fonctionnent sur deux mythes qui s’essoufflent et sont au bord de l’asphyxie : celui du progrès industriel, né avec la machine à vapeur au milieu du XVIII siècle, dont l’extension était sensée capable de résoudre tous les maux de nos sociétés (énergie, chômage, besoins…), et celui de la démocratie représentative, né avec la révolution française, et continuant à cultiver l’illusion du « pouvoir du peuple ». Pourtant, force est de constater que de plus en plus de science cohabite avec l’absence majeure de solutions aux maux de notre temps (fin des énergies, des métaux, pollutions diverses, réchauffement, catastrophes « naturelles »…), de même que la démocratie représentative installée et vénérée ne représente plus que l’impuissance du citoyen au quotidien et l’impuissance des états élus face aux forces des « marchés ». De ces deux constats, l’histoire nous invite à inventer, voire réinventer d’autres solutions, si l’on veut que l’homme puisse continuer à habiter cette planète.

1 – LE PROGRÈS, UN PREMIER MYTHE QUI S’EFFONDRE

Face aux problèmes sociaux majeurs auxquels les sociétés techniques sont confrontées (environnement, chômage, pollution, délinquance…) les sociétés techniques répondent toujours par « plus de la même chose », dans une fuite sans fin et dans un productivisme effréné, comme si tout problème social de quelque nature que ce soit avait une solution mécanique, évitant aux hommes de se poser la question du « pourquoi ?».

Mais, d’une part, toute « avancée » technique recèle au moins une face cachée, à savoir : les nano-technologies présentées comme pouvant guérir, ont pour corrolaire les puces que chaque individu portera sous la peau demain « pour sa santé », comme on nous invite à le faire pour tous les animaux aujourd’hui. Le téléphone portable, concentré d’intelligence et de technologie, provoque des lésions au cerveau, et on l’interdit dans l’enceinte les écoles. Le plastique allège le poids des bouteilles, mais il diffuse des substances cancérigènes et on le retouve au milieu de l’océan pacifique, dans le ventre des poissons. Les effets secondaires, cachés, dissimulés, provoquent de nouveaux problèmes, dont on attend de nouveau une solution technique dans une spirale sans fin. Mais il y a pire. Le gigantisme de certaines technologies (nucléaire, grande distribution, avions…), oblige, dans le même temps à mettre en place un contrôle total des individus : fichage, caméras de surveillance, contrôles quotidiens, pour le bien être des citoyens bien évidemment, qui peu à peu s’habitue à vivre dans un environnement de plus en plus totalitaire. L’URSS n’était qu’en avance d’une génération dans cette compétition là.

D’autre part, le « progrès » est d’abord et avant tout dans la recherche des profits qu’il peut occasionner. Le progrès chimique est privilégié au progrès biologique dans l’agriculture, au détriment des sols et de la terre nourricière, parce qu’il est plus facile de vendre des pesticides que de cultiver des coccinelles. L’efficience énergétique qui permet d’aller dans le sens de la conscience écologique sociale (ex : les voitures consomment moins), permet également d’en mettre deux fois plus sur le marché, selon le « paradoxe de Jevons » constaté aux XIX siècle.

Enfin, on ignore, tout au long de la chaîne de production, qui s’est internationalisée, toutes les souffrances occasionnées : la misère dans les pays où l’on extrait les métaux, la corruption des dirigeants, les guerres occasionnées (Afghanistan pour le gaz, Irak pour le pétrole, demain les guerres pour l’eau).

Le progrès technique, synonyme de mieux vivre pour quelques uns, est un gouffre de misère, d’exploitation et de souffrance pour la plupart. Notre mode de vie repose sur un capital non renouvelable et bientôt dilapidé, et la croissance sans fin scie la branche de la vie sur laquelle nous sommes assis : augmentation de l’effet de serre, dérèglementation du climat qui provoque de plus en plus de catastrophes, disparition des espèces, tonnes de déchets, pollutions gigantesques, marées noires…L’empreinte écologique, nouvel indice de mesure de notre rapacité sur terre, nous indique que si tous vivaient comme nous, la disparition serait pour bientôt. Pourtant, gauche comme droite nous invitent toujours à communier dans ce mythe, comme dans celui de la « démocratie ».

2 – LA DEMOCRATIE REPRESENTATIVE, UN SECOND MYTHE QUI S’EFFONDRE

Car, quand on parle de démocratie, il n’en est qu’une invoquée, la représentative, celle qui nous invite à élire nos représentants. Mais le non français au traité de constitution européenne a obligé le gouvernement à passer outre le vote du peuple et à faire voter par le parlement un ersatz reprenant les principales dispositions de celui-ci. Droite et gauche l’ont voté, montrant par là-même les limites de la démocratie représentative, dès lors qu’une caste d’élus (terminologie empruntée au religieux) s’arroge le droit de dire le droit au nom du peuple. L’impuissance du citoyen face au délire technologique se double de son impuissance caractérisée dans le champ démocratique. Il a le droit de vote tous les cinq ans pour telle ou telle élection, à la condition expresse, maintenant, que son vote corresponde à ce qu’on attend de lui. Si tel n’est pas le cas, alors on passe en force, ou on le fait revoter pour qu’il vote dans le bon sens, après lui avoir donné quelques hochets supplémentaires. Le vote n’est plus l’expression du peuple mais la soumission du peuple au bon vouloir des élites. C’est un vote bureaucratique.

Le pouvoir technologique, à son tour, présente un inconvénient majeur pour la démocratie : celui qui fait que le technicien, l’ingénieur, le banquier, possède le pouvoir bien avant le politique. Les récents évènements en sont une démonstration flagrante : soumission totale des états aux diktats des marchés, c’est à dire des investisseurs, c’est à dire des multinationales, c’est à dire des floppées de mathématiciens qui mettent à jour des « produits financiers » nouveaux dans la guerre sans merci qu’ils se livrent, à tel point qu’ils sont capables de mettre sur la paille des milliers de personnes (des centaines de milliers de gens ont perdu leur maison, récupérées par les banques, dans la faillite des « subprimes » aux USA, sans révolte aucune), et qu’ils s’attaquent maintenant aux états, l’Islande dans un premier temps, puis la Grèce aujourd’hui, et demain le Portugal et l’Espagne en ligne de mire. Et les états, c’est à dire la démocratie représentée, assistent impuissants au démantèlement de leur socle social, quand ils ne se mettent pas à aller dans le sens que les marchés attendent d’eux, preuve supplémentaire que l’état n’est que l’agent principal du capital, dont il se sert quand il en a besoin, et dont il se passe quand il n’en a plus besoin.

La liste est longue des atteintes à la démocratie réelle, perpétrée par la démocratie représentative : élections à plusieurs niveaux (sénat, communautés de communes), impuissance du parlement face à l’exécutif, qui produit de nos jours la majorité des lois, plus celles de la commission européenne, non élue elle. A quoi on peut ajouter le financement occulte des partis, les collusions avérées entre grandes entreprises et élus, etc. Tout ceci sous le discours généreux du « pouvoir du peuple » et du « devoir du citoyen ». Pouvoir de se passer les menottes, et devoir de se taire sont plus proches de la réalité. Le citoyen vote tous les 5 ans, les marchés tous les jours. Tout ceci inclut la relativisation de notre démocratie représentative, seulement « interne », parce que l’agrément apporté à quelques uns au long des siècles et des luttes s’est toujours accompagné de l’exploitation vile des autres pays et des autres cultures, et que cela continue sous des dehors beaucoup plus difficiles à discerner : ce sont bien des démocraties élues qui continuent le massacre des indiens commencé par les rois il y a cinq siècles, qui ont continué et augmenté le commerce du « bois d’ébène », qui nous ont donné deux guerres mondiales, et qui s’arrogent le droit d’attaquer d’autres pays pour des raisons économiques et sous des prétextes fallacieux !

3 – EBAUCHES DE SOLUTIONS

31 – Refonder les valeurs

L’écologie sociale cherche à faire du sens. Faire du sens, c’est faire que les hommes vivent en actes, dans les valeurs auxquels ils adhèrent, la liberté, la solidarité, les droits de l’homme, leur action sur le monde, et s’en servent de levier afin de transformer, dans une éthique de respect des hommes et des cultures, de ce qui existe et vit, à la fois leur propre rapport au monde, et ce qu’il y a d’intolérable dans leur propre culture. Le sens avant le politique, le politique avant le pouvoir, le pouvoir avant le technique. C’est exactement l’inverse de ce que nous vivons actuellement, où les politiques se sont placés sous l’égide des techniques, en ayant perdu le pouvoir et le sens. Au schéma « technique-pouvoir-politique-perte de sens », il convient de substituer le schéma « sens-politique-pouvoir-technique ». Ce faisant, c’est un renversement total de notre façon d’être et de penser le monde qu’il nous faut opérer.

Mais s’emparer de ce qui nous regarde nous oblige à mettre en avant relativité, incertitude, probabilité. Le regard que nous portons sur le monde n’est que le notre, et nous savons qu’il est partiel, partial, orienté, fragmentaire. Pour avancer, nous ne pouvons que le mesurer à d’autres, à ceux qui vivent différemment l’appréhension du temps, à ceux qui pensent que l’asservissement à la technique n’est pas fatal, que l’aménagement de l’ordre n’est pas immuable, que progrès, retard, modernité ne sont que des données relatives. L’écologie sociale, émergence d’une nouvelle pensée au sein du vivant, est la naissance de la conscience que l’homme est une partie du tout, dernier maillon le plus complexe d’une chaîne évolutive que les hasards ont conduit à le faire s’interroger sur sa condition. Cette conscience est née des différents rapports au monde selon les différents lieux d’existence, et les cultures de ces différents rapports. Ce n’est pas le retour à la nature qui est programmé, c’est le retour de la nature dans notre réflexion sur l’homme.

De tous temps l’homme est écologique et il le sait. Vivant d’abord dans une dépendance totale à l’égard de la nature, son expérience et son observation lui font lire celle-ci de plus en plus efficacement. Mais cette conscience d’appartenir à un tout s’estompe en même temps que le progrès technique lui apprend à dépendre de moins en moins de cette nature, distanciation du sujet à l’objet. Cet affranchissement des conditions de sa survie immédiate l’amène à en ignorer totalement les conditions de sa dépendance. La nature étant croit-il domptée, sa domesticité ne lui pose plus de problème. L’écologie sociale est le retour conscient entre ce sujet et cet objet, la partie et le tout, dans une interdépendance conflictuelle sur le long terme, avec les connaissances spécifiques que l’homme a accumulées dans sa distanciation.

L’écologie sociale met le doigt sur l’incapacité actuelle des sociétés technologiques à remettre en cause leurs fondements idéologiques. La pensée dominante du salut par la croissance est une pensée rassurante, quand bien même on peut constater quotidiennement ses déboires. Mais elle provoque toujours, cependant, le sentiment que demain sera mieux qu’aujourd’hui, continuation de son propre imaginaire dans un monde qu’elle détruit pourtant. La pensée écologique, au contraire est une pensée dérangeante. Elle provoque la remise en cause d’un mode de production chez les personnes qui en vivent, elle provoque la mise en garde du lendemain par l’intermédiaire de catastrophes qu’on prépare, la peur du chaos.

Que la naissance politique des mouvements écologiques concorde historiquement avec la fin des idéologies de gauche et leur asservissement à la pensée unique du marché n’est pas le fait du hasard, mais bien la nécessité de dépassement d’un mythe séculaire qui à échoué. L’écologie sociale n’est pas la gauche, n’est pas à gauche, en ce sens qu’elle dépasse la gauche de multiples façons: en plongeant ses racines plus profond (instauration du rapport homme-nature), pour monter sa tête plus haut (refus de la violence comme principe fondateur d’une humanité nouvelle). C’est en effet la gauche et son paradigme (pour simplifier, la lutte des classes) qui est « mathématiquement » sous ensemble du « paradigme écologique » et non l’inverse. Pourquoi ? Parce que l’écologie pose plus de questions, élargit le champ conceptuel, le champ de la pensée, tout en apportant des réponses différentes et nouvelles, projetant ainsi l’homme dans une autre sphère de compréhension et d’interprétation du monde. Donc, toute politique qui tendrait à faire de l’écologie une nouvelle composante de la gauche ne pourrait être que réductrice de ce qu’elle est. Dépasser ne veut pourtant pas dire nier. Si l’écologie sociale transcende les clivages historiques de droite et de gauche, elle ne les fait pas disparaître. Droite et gauche ont inventé la démocratie telle que nous la connaissons, républicaine et inachevée. Elles ont fait progresser la connaissance, y compris au prix des pires mutilations culturelles. Mais la complexité du monde moderne ne se résoudra pas dans l’affrontement de deux classes qui s’affrontent, même si cet affrontement constitue toujours une donnée fondamentale de compréhension. Mais tout comme l’idéologie du marché n’est porteuse d’un quelconque avenir vivable pour la multitude, celle de la gauche a aussi vécu en tant qu’utopie, en tant que solution globale aux problèmes de notre temps. Ce n’est pas aux mouvements écologiques d’aller à la gauche, c’est à la gauche d’aller à l’écologie, et, à sa suite, à la société toute entière. Il n’y a pas d’autre alternative, sous peine d’implosion généralisée, sociale, économique, écologique, sous peine de guerres multiples.

Qu’est-ce qui différencie l’écologie sociale de la pensée politique actuelle et donc aussi de la gauche, et quelles sont donc les valeurs véhiculées ? Il y en a de multiples, et l’on ne peut qu’être étonnés, parfois, de leur relation au naturalisme qu’elles pourfendent souvent : ainsi la notion de non-violence éminemment culturelle, opposée à la notion de défense de territoire, de la pensée unique, éminemment naturaliste, elle ! A laquelle nous ajouterons les notions de coopération, (culturelle, sociale, économique, éminemment humaines) opposées aux notions de compétition (économique, sociale, individuelle, éminemment naturelles encore, et darwinistes même!). Ensuite, celle d’éthique, de respect, de défense (de l’autre, des cultures, des minorités, des faibles, éminemment construites), face aux notions de domination et de rapports de forces (éminemment proches de la prédation animale !). Ensuite, nous opposons au néo-libéralisme, au laisser-faire, à la fable du renard libre dans le poulailler libre, la notion d’éco-developpement, de nouveau rapport entre l’homme et la nature à élaborer, qui fait appel à des critères absents de nos sociétés actuelles, et qui intègre les notions de long terme (cycles biologiques, climatiques, droit des générations futures) face à celle de court terme (le marché, l’élection prochaine, « après nous le déluge »). Celles encore de ressources limitées face à l’expansionnisme sans freins, de décroissance face à la croissance. Ensuite, la nécessaire introduction du vivant dans notre réflexion sur l’homme, face à son déni dans la pensée unique (la machine, rien que la machine, et peu importe les forêts brûlées, la disparition de la biodiversité, les cycles naturels…). Enfin, la réintroduction de la rareté, non pas au sens économique et libéral (tout ce qui est rare est cher, donc recherché), mais dans le sens de bien commun (tout ce qui est rare doit être préservé : eau pure, air, paysages, pétrole…). Ceci inclut dans notre nouvelle façon de fonctionner le primat de l’être sur l’avoir, du développement politique, au sens éthymologique, sur l’économique, de l’émancipation sur la docilisation, de l’égalité sur la hiérarchie. Cela inclut encore la nécessaire notion de solidarité planétaire, tout d’abord parce que d’une certaine façon, face aux problèmes écologiques majeurs, nous n’avons pas le choix, et qu’étant donné ce facteur, nous avons dès lors le choix : soit de coopérer à grande échelle, soit de nous détruire mutuellement. Globalement, on pourrait dire qu »au « tout est possible » proné par les « forces de progrès », on pourrait substituer le « tout n’est pas permis » de « l’écologie politique ». Au réformisme aujourd’hui sans espoir du système libéral prôné par la droite productiviste et par la gauche sociale-démocrate, nous en appelons à une véritable révolution des valeurs, des comportements et des mentalités, projet sous-tendu par la mise sur pied du paradigme de l’écologie sociale, dont les deux principaux vecteurs sont démocratie territoriale directe et démocratie écologique.

32 – Démocratie territoriale directe

L’objet est la refondation de la démocratie, qui, au moment où les problèmes sont mondiaux, ne doit plus être cantonnée entre les mains de quelques uns mais de tous. Quand les démocraties représentatives font la preuve de leur impuissance face aux multinationales, quand les partis font la preuve de leur impuissance au quotidien, il importe de trouver les moyens de rendre l’homme, c’est à dire tous les hommes, responsables. Ceci ne peut se faire que par une descente du pouvoir institutionnel au niveau du citoyen. L’histoire est riche de démocraties territoriales, à des degrés divers. Grèce antique, révolution française, cités-républiques italiennes, commune de Paris, communautés anarchistes espagnoles…A la confiscation des pouvoirs locaux par le pouvoir central doit répondre la mise sur pied de pouvoirs locaux face au pouvoir central. Il nous faut recréer des communes politiques où le pouvoir est exercé par le citoyen dans des assemblées démocratiques, des communes autogérées où la culture politique s’enracine dans la vie quotidienne spécifique, une politique organique où les individus, au quotidien, pensent, réfléchissent, organisent, créent, structurent leur propre environnement et leur rapport aux autres. Une politique locale où tous les grands problèmes internationaux sont évoqués, débattus, où l’écologie du quotidien est déterminée par les personnes, où les principaux problèmes non résolus par des décennies de pouvoir central restent en l’état : mal logement, restaus du coeur, énergie, industrie locale…A un processus occasionnel (campagne électorale, vote) doit se substituer un processus permanent de saisissement par les personnes de leurs propres problèmes : travail, emploi, garde des enfants, nourriture, transport, et des moyens d’y répondre, mais aussi fête de quartier, type d’école, jardins partagés… Seules de petites entités comme les communes sont à même d’y pourvoir. Aussi proposons nous de regrouper, sur tout le territoire, les communes trop petites jusqu’à en faire de entités de quatre ou cinq mille personnes, de la même façon que nous proposons de scinder les grandes métropoles en petites entités de même taille. Il va de soi qu’un tel processus est tendanciel et doit tenir compte de la géographie, des habitudes, des bassins d’emploi, des traditions…Cela veut dire aussi doter ces entités de tous les pouvoirs administratifs actuellement dévolus aux diverses autres instances (région, département, communautés), mais aussi des pouvoirs régaliens (justice, police), cela veut dire les doter de budgets conséquents pratiquement identiques en tous points du territoire. Comment cela se peut-il est la première question mise au débat.

33 – Ecologie sociale

En outre, au primat de l’économique qui régit actuellement toutes les relations sociales doit se substituer le primat de l’écologie, entendu au sens large. A partir du moment où la commune pose comme principe qu’elle débat de tout, la nécessaire transformation économique dans un sens de moindre prédation, de diminution de l’empreinte écologique, doit primer sur tout. Cela veut dire l’intervention dans toute entité économique constituée qui ne respecte pas les normes et règlements édictés (pollution et droit du travail), cela veut dire la constitution de coopératives municipales qui seront des leviers d’intervention de la politique municipale, cela veut dire la constitution de banques municipales, de monnaies locales, autres moyens d’appliquer la politique locale. Cela veut dire aussi que des métiers complètement à l’abandon à l’heure actuelle retrouveront une pérennité essentielle (paysan), tandis que d’autres péricliteront inévitablement (publicitaire) devant la mise sur pied de politiques essentielles. Cela veut dire que des secteurs aujourd’hui complètement abandonnés (chaussure, textile…) pourront renaître à part entière du moment que les citoyens, conscients et des dégats environnementaux, et des dégats sociaux occasionnés par le libre échange, recommenceront à se nourrir, à se vétir, à se chausser localement. Cela veut dire passer de l’organisation verticale de la société (hiérarchie de l’administration et des partis) à une organisation horizontale de commissions et d’assemblées régulières, autonome (autos-nomos, qui se donne ses propres lois). Cela veut dire remettre l’économie à sa place, juste aux côtés des autres approches : sociale, écologique, politique, ethnologique, philosophique, artistique…

La décolonisation de l’imaginaire, au moment où le consumérisme, vilipendé depuis 68, constitue néanmoins le quotidien intégral, donc la bataille d’idées, au sens gramscien, est sans doute le premier chantier auquel se confronter. La NEP, nouvelle éducation populaire (donc pas celle, ministérielle, de la jeunesse et des sports), et les mouvements divers de la décroissance, sont sans doute les fers de lances de cette nouvelle pensée qui remet l’homme au centre en lieu et place de l’économique, depuis la démission radicale des écologistes ralliés au capitalisme vert. Le vivre ensemble, le politique, c’est à dire la démocratie au quotidien, tel est selon nous le sujet principal auquel s’attaquer en premier lieu. L’indignation ne suffit pas, elle n’est que le premier pas. Les tunisiens nous montrent que les fers sont dans nos têtes, dans notre soumission quotidienne. Faisons les sauter, et le monde sera à nous.

terça-feira, 15 de fevereiro de 2011

Una renta básica de ciudadanía para vivir mejor con menos

Por Florent Marcellesi*

Artículo publicado en el número 40 de la revista Ecología Política.

Algunas reflexiones previas

Proponer “vivir mejor con menos” supone primero un cuestionamiento profundo de las certezas que fundamentan la economía productivista. Uno de los pilares destacados de este sistema es el “trabajo-empleo” que planteo reconceptualizar en base a las reflexiones siguientes:

Cuestionar la centralidad del trabajo productivo y de riqueza: a partir del siglo XIX, el trabajo como factor de producción es lo que crea riqueza: el «trabajo» es de ahora en adelante material, cuantificado y mercantil, y pasa a ser la nueva relación socio-económica que estructura la sociedad. Esta centralidad del trabajo productivo explica que el cálculo del PIB excluya actividades que, a pesar de no ser siempre remuneradas, ni siempre reconocidas socialmente (como puede ser la actividad doméstica, en gran parte a cargo de las mujeres—), también son fuentes central de riqueza social, ecológica y colectiva. Al poner el «trabajo productivo» en el centro de la economía, la «dictadura del PIB» olvida que la sociedad tiene otros fines que el crecimiento y que el ser humano tiene otros medios de expresarse más allá de la producción, el empleo y el consumo. Es también una forma oligárquica de organizar la democracia representativa donde las masas productivas no tienen tiempo que dedicar activamente y de forma participativa a la res publica y las élites se convierten en profesionales de la política.

Cuestionar el trabajo-empleo como institución socializante y base de nuestros sistemas de (re)distribución: Los mecanismos de protección social se basan por lo tanto en la inserción, tarde o temprano, de los individuos al mal llamado «mercado laboral», forzándoles a aceptar un “empleo” sin que importen las condiciones sociales y ecológicas (los famosos working poors). En esta situación del “quién no trabaja, no come”, la ausencia de un sueldo y de un trabajo –herramientas de la socialización identitaria– casi siempre desemboca en un proceso de frustración personal y exclusión social. Según Gorz, son los ingredientes de una verdadera «sociedad del paro» donde, al lado de una masa creciente de desempleados, conviven una aristocracia de trabajadores protegidos y el «precariado» dedicado a labores menos cualificadas e ingratas.

Cuestionar el objetivo del “pleno empleo”: Asimismo el paro constituye un rasgo estructural de las sociedades capitalistas donde aumento del PIB y reducción del volumen de trabajo van de la mano. Resulta aberrante pues plantear como un objetivo en sí mismo el pleno empleo: no es más que un mito estadístico (véase nota 2) diseñado para orientar las masas de trabajadores hacia unas actividades muy concretas: el “trabajo productivo” o el “empleo asalariado”. En la sociedad crecentista, se necesita siempre más de un cierto tipo de empleo para satisfacer las necesidades al consumo y hacer funcionar las industrias. Para romper esta lógica productivista, al “pleno empleo”, le tenemos que sustituir otro concepto, como por ejemplo la “plena actividad” (voluntarias, culturales, políticas, familiares, domésticas, etc.), donde predomina el “trabajo autónomo” y la producción según necesidades y capacidad de carga del planeta.

Cuestionar el sentido de nuestra producción y de nuestro trabajo: In fine si seguimos subordinando la actividad humana a la lógica del desarrollo de las necesidades promovida por la sociedad del hiperconsumo, incluso si se transfiriera la propiedad de los medios de producción al Estado o al conjunto de los trabajadores, hipotecaríamos cualquier posibilidad de evolucionar hacia un sistema sostenible y equitativo.

Ante esta situación, es necesario reflexionar sobre una cuestión fundamental que introduce la ecología política: ¿para qué? y ¿por qué estamos produciendo y trabajando? … además del ¿cómo?.

En base a estas reflexiones previas, es necesario buscar y desarrollar herramientas que permitan:
Salir del triángulo producción=>empleo=>(hiper)consumo basado en la riqueza material y el trabajo-empleo asalariado.

Evolucionar hacia otro sistema de pensamiento y acción del “vivir mejor con menos” en torno a una producción dentro de los límites biofísicos de la Tierra y que valorice el trabajo autónomo para sí y la colectividad a través de actividades que generan riqueza social y ecológica (véase gráfico 1).


Leyenda gráfico 1: triángulo producción=>empleo=>consumo



Leyenda gráfico 2: triángulo del “vivir mejor con menos”

Fuente: Sanjuán Redondo, H., Marcellesi, F., Barragué Calvo, B. (2010).

La renta básica de ciudadanía (RBC) como herramienta para salir del triángulo producción-empleo-consumo

Dentro de las posibles herramientas para un cambio de paradigma, presentamos aquí la RBC, definida como un ingreso universal, incondicional e individual, que dota a toda persona beneficiaria de la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas para llevar una vida digna.

Al proponer, según la tesis defendida aquí, una cuantía por persona por encima del umbral relativo de pobreza, la RBC es sin duda un instrumento potente de lucha contra la pobreza, puesto que un 20,8 por ciento de la población residente en España estaba en 2009 por debajo de este umbral. Sin embargo, teniendo en cuenta que el ecologismo necesita “una proyección económica, no sólo social y política, (…) mediante una medida que afecte a la producción, al consumo, a la inversión y al salario” (Pinto, 2006), se puede entender la RBC como uno de los motores de una mayor justicia social y ambiental, reconversión ecológica de la economía y promoción de la esfera autónoma.

La RBC hacia una mayor justicia social y ambiental…

Según principios de justicia social y ambiental, todos tenemos derecho —dentro de la capacidad de carga del planeta— a gozar en igual medida del conocimiento colectivo adquirido a través de los siglos, de los bienes comunes y de los recursos naturales. De hecho, ya planteaba Thomas Paine, precursor en el siglo XVIII de la renta básica, que si la tierra es de la propiedad común de la raza humana y para poder indemnizar a sus miembros por la pérdida de la herencia común, «todo propietario de tierra cultivada […] debe a la comunidad una renta del suelo […] de la que ha de surgir [la renta básica]» (Paine 1797: 102). Como en el caso actual de Alaska que paga un dividendo a sus ciudadanos en base a la explotación de su petróleo, la renta básica equivale a una puesta en común de la herencia y de las riquezas naturales y/o socialmente producidas. Al repartir los réditos del patrimonio natural o social, la RBC se convierte asimismo en un derecho fundamental de cualquier persona por el mero hecho de existir. De esta manera, plantea implícita y explícitamente que —puesto que además no es posible medir el trabajo que ha sido gastado a la escala de la sociedad para producir la riqueza— el trabajo-empleo tiene poca relación con la renta o el salario y que es necesario desconectar el trabajo del derecho a tener derechos.

…reconversión ecológica de la economía…

Es imprescindible favorecer la reconversión y relocalización ecológica de la economía y el decrecimiento de la huella ecológica hacia sectores vinculados a la economía sostenible y que promueven una sociedad posfosilista. Para alcanzar este objetivo, es necesaria una nueva política de la renta y de redistribución que parte de otro concepto de la riqueza, más amplio que el puramente material, y del trabajo, más allá de la producción de bienes y servicios mercantiles, y que tenga en cuenta nuestra responsabilidad hacia la naturaleza y las generaciones futuras. En este contexto, la RBC reconoce de facto el trabajo no remunerado y efectúa una redistribución de la riqueza hacia actividades de la economía social y solidaria, voluntarias o asociativas, de la economía de los cuidados que pone la vida en el centro del sistema socio-económico, de los bancos del tiempo y otros sistemas de intercambio local, de los circuitos cortos de consumo-producción, de la autoproducción y autogestión, etc. Pero también es una ayuda a las actividades que, a pesar de no aumentar la productividad económica pero que favorecen una prosperidad sin crecimiento, necesitan más mano de obra como la agricultura ecológica. Por tanto, esta renta vincula de forma directa e indirecta una reorientación socioeconómica: a través de ella, se deja un sitio cada vez mayor a una producción no mercantil, social y ecológicamente útil, cooperativa, autónoma, es decir, a una economía plural a escala humana y respetuosa de la biosfera.

…y promoción de las actividades autónomas

Si consideramos la ecología política como una dimensión esencial de la ética de la liberación, la renta básica es una herramienta más para poner en marcha el éxodo fuera de la sociedad del trabajo-asalariado. Es una apuesta para recuperar la propiedad de nuestra fuerza de trabajo y de invención para decidir dónde dedicarlas y para tener derecho de escoger la discontinuidad de nuestro trabajo sin sufrir discontinuidad de nuestra renta. La RBC es una subvención e inversión masiva —“la más simple, la más sistemática, la más igualitaria”— para promover la esfera autónoma alimentada por una punción sobre el producto de la esfera heterónoma, lo que a su vez contribuye a la sostenibilidad o a un modo de vida generalizable al conjunto de la humanidad (Van Parijs, 2007, 90-91). En este camino, la RBC es una invitación a elegir nuestro modo de vida y a reorientar nuestros hábitos de consumo y de producción hacia el ‘vivir mejor con menos’. Además, en el mercado, rompe con la dinámica de alienación laboral al garantizar a cada cual su autonomía financiera y permitir rechazar cualquier trabajo no digno, no solidario (a nivel intra o intergeneracional), peligroso para la salud y/o el medio ambiente… Invierte la relación de fuerzas entre empresa y persona trabajadora y supone un escudo de protección a la hora de reivindicar mejoras laborales.

Nuevos retos para la Renta Básica

Por supuesto, la RBC no está exenta de debates y sobre todo de nuevos retos. Por ejemplo, hasta el momento, las principales investigaciones en España se realizaron en torno a una financiación basada en el IRPF. Si bien permitieron probar matemáticamente que había suficientes recursos económicos como para financiar la RBC por encima del umbral relativo de pobreza, es necesario introducir otras vías de financiación que en vez de gravar el trabajo recauden dinero a través de un impuesto sobre actividades contaminantes, el uso de los recursos naturales o de los bienes comunes, o sobre la economía financiera (tipo Tasa Tobín). También necesitamos incluir la RBC dentro de un conjunto de posibles herramientas y preguntarnos: ¿es compatible la RBC con una renta máxima (sobre todo si parte de la financiación viene sobre una punción de las rentas más altas)? ¿cómo se combina una RBC con una fuerte reducción de la jornada laboral? ¿Y con una fuerte relocalización de la economía? Sean cuales sean las respuestas, la RBC juega un papel fundamental para un proceso transformador: es una herramienta poderosa de incidencia política para poner en el centro del debate el concepto de trabajo-empleo, y la necesidad de una mayor justicia ambiental y una transformación ecológica de la economía.

Notas

(1) Aún más con la sociedad fordista donde el “hombre cabeza de familia”, a través un trabajo productivo, es proveedor de ingresos y la mujer-ama de casa no crea riquezas contables en el PIB.

(2) De acuerdo con el Reglamento de la Comisión europea del 2000, se consideran como desempleadas las personas con edades comprendidas entre los 15 y los 74 años que se hallen, entre otro, «sin trabajo durante la semana de referencia, es decir, que no dispongan de un empleo por cuenta ajena o de un empleo por cuenta propia durante al menos una hora».

(3) Es universal porque es para todos y todas, ricos y pobres, parados y asalariados. Es incondicional porque no depende de la situación laboral de la persona, pues lo recibe por el simple hecho de existir. Es individual porque lo recibe el/la ciudadano/a a título personal. Además se puede cumular con el sueldo.

(4) El ingreso medio anual por persona alcanzó los 9.627 euros. Fuente: ‘Encuesta de Condiciones de Vida 2009′

(5) Cada residente de Alaska percibe anualmente un dividendo a través de un Fondo financiado con parte de las rentas obtenidas de la explotación un yacimiento petrolífero encontrado sobre suelo público.

(6) Según Jean Gadrey, en una «expansión sin crecimiento», «producir bienes (o servicios) de manera ecológicamente sostenible o socialmente preferible exige más trabajo que producir los mismos bienes destruyendo los recursos naturales y el clima, o industrializando los servicios». Esta aserción va en contra de la lógica crecentista actual, donde una disminución de la productividad con un aumento del trabajo con valor social y ecológico representa una aberración contable y una posible falta de crecimiento cuantitativo.

(7) Eso no implica que todo lo que promueve la esfera autónoma vaya encaminado automáticamente hacia la sostenibilidad (y vice-versa). Pero según Van Parijs, por un lado la gente más entusiasta en alcanzar su autonomía es la más proclive a cambiar su moda de vida y, por otro lado, las medidas hacia la autonomía suelen tener un mejor impacto medioambiental.

(8) Véase por ejemplo el estudio de la viabilidad económica de la RBC para Cataluña (Arcarons et al., 2004)

(9) Véase en el número 40 de Ecología Política (Trabajo y Medioambiente), el artículo sobre el informe de las 21 horas de la New Economics Foundation, disponible en castellano en el portal http://ecopolitica.org/

Referencias:
Marcellesi, Florent (2010): Renta básica de ciudadanía y Ecología Política, IX Simposio de la Red Renta Básica, 20-21 noviembre 2009, Bilbao.
Sanjuán Redondo, H., Marcellesi, F., Barragué Calvo, B. (2010): Decrecimiento, Trabajo y Renta Básica, comunicación para el II Congreso Internacional de Decrecimiento, Barcelona.
Paine, Thomas (1797): El sentido común y otros ensayos, Tecnos, Madrid, 1990.
Pinto, Ramiro (2006): Renta básica y desarrollo sostenible
Van Parijs, Philippe (2007): “Post-scriptum : l’écologie politique, comme promotion de l’autonomie et comme poursuite de la justice libérale-égalitaire”, en Etopia (n), Autonomie et Ecologie, pp. 85-94

Saber más:
Red Renta Básica
ARENCI

*Florent Marcellesi es coordinador de Ecopolítica, miembro de Bakeaz y de la Coordinadora Verde

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sábado, 22 de janeiro de 2011

Novos Paradigmas de Produção e Consumo - Experiências Inovadoras

A Fundação Banco do Brasil tem a satisfação de contribuir para a promoção do debate sobre novos paradigmas de produção e consumo, em parceria com o Instituto Polis. Entendemos que a presente publicação se relaciona com o conceito e a prática da Tecnologia Social, que busca o desenvolvimento sustentável, a melhoria de vida das pessoas, enfrentando, assim, o problema histórico da desigualdade social.

http://www.brasilautogestionario.org/desenvolvimento-local-sustentavel/14288/

É com esse entendimento que nos dedicamos a construir e reaplicar tecnologias sociais nas áreas de educação e de geração de trabalho e renda, contribuindo com o protagonismo de homens e mulheres que mudam o curso da história e promovem a mudança social de suas comunidades Brasil afora.

Nossa atuação tem como premissas o respeito cultural, o cuidado ambiental, a solidariedade econômica e o fortalecimento de comunidades que participam e fazem a transformação social. Para isso, a consolidação de parcerias estratégicas, nacionais e locais, tem se mostrado imprescindível para assegurar a efetividade de ações empreendidas com base em um novo marco de produção e consumo, centrado no desenvolvimento humano.Novos_Paradigmas_de_Producao_e_Consumo_-_Instituto_Polis                                                            

sábado, 8 de janeiro de 2011

The Tyranny of Entitlement | Derrick Jensen | Orion Magazine

http://www.orionmagazine.org/index.php/articles/article/6052

I’M CONTINUALLY stunned by how many seemingly sane people believe you can have infinite economic growth on a finite planet. Perpetual economic growth and its cousin, limitless technological expansion, are beliefs so deeply held by so many in this culture that they often go entirely unquestioned. Even more disturbing is the fact that these beliefs are somehow seen as the ultimate definition of what it is to be human: perpetual economic growth and limitless technological expansion are what we do.

Some of those who believe in perpetual growth are out-and-out nut jobs, like the economist and former White House advisor Julian Simon, who said, “We have in our hands now—actually in our libraries-—the technology to feed, clothe, and supply energy to an ever-growing population for the next 7 billion years.” And showing that, when it comes to U.S. economic policies, insanity is never out of season, are yet more nut jobs, like Lawrence Summers, who has served as chief economist at the World Bank, U.S. secretary of the treasury, president of Harvard, and as President Obama’s director of the National Economic Council, and who said, “There are no . . . limits to the carrying capacity of the earth that are likely to bind at any time in the foreseeable future. . . . The idea that we should put limits on growth because of some natural limit is a profound error.”

Others are a bit more nuanced in their nut-jobbery. They may acknowledge that, yes, physical limits might possibly exist, but they also believe that if you just slap the word sustainable in front of the phrase “economic growth,” then you can still somehow have continued growth on a finite planet, perhaps through so-called “soft” or “service” or “high-tech” economies, or through nifty “green” innovations like a really neat nanotech gizmo that can be woven into your clothes and when you dance it generates enough electricity to power your iPod, ignoring the facts that people still need to eat, that humans have overshot carrying capacity and are systematically destroying the natural world, and that even something as groovy as an iPod requires mining, industrial, and energy infrastructures, all of which are functionally unsustainable.

Alongside the nut jobs, there are an awful lot of people who probably just don’t think about it: they simply absorb the perspective of the newscasters who say, “Economic growth, good; economic stagnation, bad.” And of course if you care more about the economic system than life on the planet, this is true. If, however, you care more about life than the economic system, it is not quite so true, because this economic system must constantly increase production to grow, and what, after all, is production? It is the conversion of the living to the dead, the conversion of living forests into two-by-fours, living rivers into stagnant pools for generating hydroelectricity, living fish into fish sticks, and ultimately all of these into money. And what, then, is gross national product? It is a measure of this conversion of the living to the dead. The more quickly the living world is converted into dead products, the higher the GNP. These simple equations are complicated by the fact that when GNP goes down, people often lose jobs. No wonder the world is getting killed.

Once a people have committed (or enslaved) themselves to a growth economy, they’ve pretty much committed themselves to a perpetual war economy, because in order to maintain this growth, they will have to continue to colonize an ever-wider swath of the planet and exploit its inhabitants. I’m sure you can see the problem this presents on a finite planet. But in the short run, there is good news for those committed to a growth economy (and bad news for everyone else), which is that by converting your landbase into weapons (for example, cutting down trees to build warships), you gain a short-term competitive advantage over those peoples who live sustainably, and you can steal their land and overuse it to fuel your perpetual-growth economy. As for those whose land you’ve stolen, well, you can either massacre these newly conquered peoples, enslave them, or (most often forcibly) assimilate them into your growth economy. Usually it’s some combination of all three. The massacre of the bison, to present just one example, was necessary to destroy the Plains Indians’ traditional way of life and force them to at least somewhat assimilate (and become dependent upon the growth economy instead of the land for their very lives). The bad news for those committed to a growth economy is that it’s essentially a dead-end street: once you’ve overshot your home’s carrying capacity, you have only two choices: keep living beyond the means of the planet until your culture collapses; or proactively elect to give up the benefits you gained from the conquest in order to save your culture.

A perpetual-growth economy is not only insane (and impossible), it is also by its very essence abusive, by which I mean that it’s based on the same conceit as more personal forms of abuse. It is, in fact, the macroeconomic enshrinement of abusive behavior. The guiding principle of abusive behavior is that the abuser refuses to respect or abide by limits or boundaries put up by the victim. As Lundy Bancroft, former codirector of Emerge, the nation’s first therapeutic program for abusive men, writes, “Entitlement is the abuser’s belief that he has a special status and that it provides him with exclusive rights and privileges that do not apply to his partner. The attitudes that drive abuse can largely be summarized by this one word.”

The relevance of this word applies on the larger social scale. Of course humans are a special species to whom a wise and omnipotent God has granted the exclusive rights and privileges of dominion over this planet that is here for us to use. And of course even if you subscribe to the religion of Science instead of Christianity, humans possess special intelligence and abilities that grant us exclusive rights and privileges to work our will on the world that is still here for us to use. Growth economies are essentially unchecked and will push past any boundaries set up by anyone other than the perpetrators: certainly the fact that indigenous cultures already are living on this or that piece of ground has never stopped those in power from expanding their economy; nor is the death of the oceans stopping their exploitation; nor is the heating of the planet stopping the exploitation; nor is the grinding poverty of the dispossessed.

And the truth is, you cannot talk abusers out of their behavior. Perpetrators of domestic violence are among the most intractable of all who commit violence, so intractable, in fact, that in 2000 the United Kingdom removed funding for therapy sessions designed to treat men guilty of domestic violence (putting the money instead into shelters and other means of keeping women safe from their attackers). Lundy Bancroft also says this: “An abuser doesn’t change because he feels guilty or gets sober or finds God. He doesn’t change after seeing the fear in his children’s eyes or feeling them drift away from him. It doesn’t suddenly dawn on him that his partner deserves better treatment. Because of his self-focus, combined with the many rewards he gets from controlling you, an abuser changes only when he feels he has to, so the most important element in creating a context for change in an abuser is placing him in a situation where he has no other choice.”

How do we stop the abusers who perpetrate a perpetual-growth economy? Seeing oiled pelicans and burned sea turtles won’t move them to stop. Nor will hundred-degree days in Moscow. We can’t stop them by making them feel guilty. We can’t stop them by appealing to them to do the right thing. The only way to stop them is to make it so they have no other choice.

Source: http://www.orionmagazine.org/

quinta-feira, 23 de setembro de 2010

Huelga y decrecentismo


Está en marcha en España una huelga convocada por los sindicatos mayoritarios. En esta convocatoria están concentradas al día de hoy la mayoría de las energías sociales y políticas críticas al actual modelo económico. Podemos estar en desacuerdo con su comportamiento en general pero, en actualidad, los sindicatos son, en el mundo del trabajo, una referencia ineludible. Ellos lideran una iniciativa que implicará, si sale bien, una fuerte movilización social con la que, en nuestra opinión, los decrecentistas debemos estar en sintonía.

Esta huelga es una huelga del mundo del trabajo asalariado pero representa una oportunidad importante para que tenga presencia y se muestre al conjunto de la sociedad el mundo de los movimientos de base, el de la economía solidaria, el de la ecología, el del cooperativismo y otros. Es decir, todo el espacio social que está fuera de las relaciones salariales. Un ámbito complejo y heterogéneo que hasta ahora ha quedado generalmente extramuros de las protestas sociales y que, usando la capacidad amplificadora de la huelga, puede dar a conocer formas de producción, comercialización, consumo y crédito distintas a las capitalistas.

Si aportamos creatividad y motivación puede ser la ocasión para crear un momento lúdico a la vez que reivindicativo. Podemos, aunque sea una paradoja, llevar un mensaje antiproductivista, que en un contexto de defensa del empleo, pasa, en el discurso hegemónico, por el crecimiento de la economía. Podemos aportar una nota disruptiva en el sentido común. Esa es entre otras, nuestra tarea y misión como movimiento. Mostrar formas de vida y trabajo que no transcurren por la relación de subordinación salarial y su horizonte productivista.

Pero representa también la ocasión para reclamar espacios y políticas públicas que sean más favorables a la economía solidaria, a las redes de intercambio, a la acción cultural, a las iniciativas de banca ética etc. Es una oportunidad para presionar y luchar también por nuestros propios objetivos. Es importante, entonces, que se participe con reivindicaciones explícitas propias del sector.

Otra cosa distinta es cómo participar en esta huelga. Y aquí aparecen 3 momentos posibles: a) durante su preparación (junto a otros colectivos) b) durante el mismo día de la huelga en nuestros lugares de trabajo y c) en las manifestaciones callejeras. Debemos estar en los tres.

La huelga debería servir también para estimular la reflexión acerca del estatuto político del movimiento por el decrecimiento y su estrategia de transformaciones. Somos un movimiento político, en su acepción más amplia, que debe encontrar su lugar en el conjunto de las luchas sociales. Y cualquier proyecto de transformaciones decrecentistas debe hacerse en alianza con el mundo del trabajo. Las contrahegemonías se construirán en la confluencia de proyectos de emancipación diferentes. Debemos mostrar que la posibilidad teórica de "lo común de lo diverso" encuentra su expresión práctica en las movilizaciones y acciones conjuntas con otros sujetos de los cambios, dentro de un proyecto destinado a aumentar la multiplicidad del mundo.

Esta huelga nos encuentra en la infancia del movimiento decrecentista y evidentemente se pondrán de manifiesto todos los balbuceos correspondientes a la edad. Esto no es lo importante; lo importante es saber que "decir no es decir si a algo diferente" y verla como parte de un recorrido que debe llevar a actualizar las posibilidades de la realidad. "En cada momento hay un horizonte limitado de posibilidades y por ello es importante no desperdiciar la oportunidad única de una transformación específica que el presente ofrece" (Boaventura de Sousa Santos)

Fuente: http://www.decrecimiento.info/

terça-feira, 7 de setembro de 2010

10 consejos para entrar en resistencia por el decrecimiento

Bruno Clémentin y Vincent Cheynet –  
 
1 - Liberarse de la televisión

Para entrar en el decrecimiento, la primera etapa es tomar conciencia de su influencia. El vector principal de influencia es la televisión. Nuestra primera elección será liberarse de ella. Como la sociedad de consumo reduce el ser humano a su dimensión económica - consumidor -, la televisión reduce la información a su superficie, la imagen. Medios de comunicación de la pasividad, por lo tanto de la sumisión, no deja de agredir al individuo. Por naturaleza, la televisión exige la rapidez, no soporta los discursos de fondo. La televisión es contaminante en su producción, en su uso y luego como residuo. Le oponemos de preferencia nuestra vida interior, la creación, aprender a tocar un instrumento de música, hacer e ir a ver espectáculos vivos… Para informarnos podemos elegir: la radio (sin publicidad), la lectura (sin publicidad), el teatro, el cine (sin publicidad), los encuentros, etc.

2 - Liberarse del automóvil

Más que un objeto, el automóvil es el símbolo de la sociedad de consumo. Reservado al 20%, los habitantes más ricos de la Tierra, conduce inexorablemente al suicidio ecológico por agotamiento de los recursos naturales (necesarios para su producción) o por sus contaminaciones múltiples que, entre otras cosas, genera el incremento del efecto invernadero. El automóvil causa guerras para el petróleo cuyo último en fecha es el conflicto iraquí. El automóvil tiene también por consecuencia una guerra social que produce una muerte todas las horas en Francia. El automóvil es una de las plagas ecológica y social de nuestro tiempo. Le oponemos de preferencia: el rechazo de la hipermovilidad, la voluntad de vivir cerca de su lugar de trabajo, la marcha a pie, la bicicleta, el tren, los transportes públicos.

3 - Negarse a coger el avión

Negarse a tomar el avión, es romper, en primer lugar, con la ideología dominante que considera como un derecho inalienable la utilización de este modo de transporte. Aunque, menos del 10% de los seres humanos han cogido alguna vez el avión. y menos del 1% lo coge una vez todos los años. Este 1%, la clase dominante, son los los ricos de los países ricos. Son ellos quienes tienen los medios de comunicación y fijan las normas sociales. El avión es el modo de transporte más contaminador por persona transportada. A causa de su gran velocidad, convierte en artificial nuestra relación a la distancia. Le oponemos y preferimos ir menos lejos, pero mejor, a pie, en carreta a caballo, a bicicleta o en tren, en velero, con todos los vehículos sin motor.

4 - Liberarse del teléfono móvil

El sistema genera necesidades que se convierten en dependencias. Lo que es artificial se vuelve natural. Como muchos objetos de la sociedad de consumo, el teléfono es una falsa necesidad creada artificialmente por la publicidad. “Con el móvil, Ud es movilizable en todo momento”. Con el portable tiraremos también los hornos microondas, las cortadoras a césped y todos los objetos inútiles de la sociedad de consumo. Le oponemos y preferimos el teléfono normal, el correo, la palabra, pero sobre todo, intentaremos existir por nosotros-mismos en lugar de pretender colmar un vacío existencial con objetos.

5 - Boicotear la gran distribución

La gran distribución es indisociable del automóvil. Deshumaniza el trabajo, contamina y desfigura los perímetros de las ciudades, mata los centros-ciudad, favorece la agricultura intensiva, centraliza el capital, etc. La lista de las plagas que representa es demasiado larga para ser enumerada aquí. Le oponemos y preferimos: ante todo consumir menos, la autoproducción alimentaria (huerta), también los comercios de proximidad, los mercados, las cooperativas, la artesanía. Eso nos conducirá también a consumir menos o a rechazar los productos manufacturados.

6 - Comer poca carne

O mejor, comer vegetariano. La condición reservada a los animales de ganadería revela la crueldad técnico-científico de nuestra civilización. La alimentación a base de carne es también una importante problemática ecológica. Es mejor comer directamente cereales que utilizar tierras agrícolas para alimentar animales destinados al matadero. Comer vegetariano o comer menos carne debe también desembocar en una mejor higiene alimentaria, menos rica en calorías.

7 - Consumir local

Cuando se compra un producto importado, se consume también el petróleo necesario para su transporte hacia nuestro país. Producir y consumir local es una de las condiciones principales para volver a entrar en el decrecimiento, no en un sentido egoísta, por supuesto, sino al contrario para que cada pueblo encuentre su capacidad de auto abastecerse. Por ejemplo, cuando un campesino africano cultiva habas de cacao para enriquecer a algunos dirigentes corrompidos, no cultiva de que alimentarse y alimentar su comunidad.

8 – Politizarse

La sociedad de consumo nos deja la elección: entre Pepsi-Cola y Coca-Cola o entre un producto de “comercio justo” y uno convencional. Nos deja la elección de consumidores. El mercado no es ni de derecha, ni del centro, ni de izquierda: impone su dictadura financiera teniendo por objetivo rechazar todo debate y todo conflicto de ideas. La realidad sería la economía: a los seres humanos el someterse a ello. Este totalitarismo se impone paradójicamente en nombre de la libertad consumir. El estatuto de consumidor se considera como superior al del ser humano. Preferiremos politizarnos, como persona, en las asociaciones, los partidos, para combatir la dictadura de las compañías. La democracia exige una conquista permanente. De lo contrario se muere cuando es abandonada por sus ciudadanos. Hoy es el momento de inhalarle las ideas del decrecimiento.

9 - Desarrollo personal

La sociedad de consumo necesita consumidores serviles y sometidos que no desean ya ser plenamente humanos. De este modo, éstos no pueden vivir sino gracias al embrutecimiento, por ejemplo, ante la televisión, los “ocios” o el consumo de neurolépticos (Proxac…). Al contrario, la disminución económica tiene por condición una expansión social y humana. Enriquecerse desarrollando su vida interior. Favorecer la calidad de la relación con sigo mismo y con los otros en detrimento de la voluntad de poseer objetos que le poseerán a su vez. Pretender vivir en paz, en armonía con la naturaleza, no ceder a su propia violencia, he aquí la verdadera fuerza.

10 – Coherencia

Las ideas están para ser vividas. Si no somos capaces de llevarlas a la práctica, sólo tendrán por función hacer vibrar nuestro ego. Vivimos todos en el compromiso, pero buscamos a tender a más coherencia. Es la clave de éxito de la credibilidad de nuestros discursos. Cambiemos y el mundo cambiará. Esta lista no es por supuesto exhaustiva. A ustedes el completarla. Pero si no pretendemos tender hacia esta búsqueda de coherencia, nos veremos reducidos a lamentarnos muy hipócritamente sobre las consecuencias de nuestro propio modo de vida. Obviamente, no es el modo de vida “puro” sobre la Tierra. Vivimos en el compromiso y es bueno así.
 

quinta-feira, 26 de agosto de 2010

VII FORO POR UN MUNDO RURAL VIVO

Emblemáticos encuentros bianuales organizados por la Plataforma Rural para seguir avanzando todas aquellas personas que sabemos, que creemos y que constatamos que frente a esta crisis global, hay una salida que pasa por la ruralización de la economía. Que devolver vida a los pueblos está en nuestras manos y es posible. Para ello contaremos con un programa donde se combinará los debates y talleres, con ponencias y tertulias junto con diferentes actividades lúdicas y culturales. Programa provisional y Más información: http://www.nodo50.org/plataformarural/pdf/PROGRAMA_PROVISIONAL_VII_FORO.pdf

Fonte: http://www.diagonalperiodico.net/VII-Foro-por-un-Mundo-Rural-Vivo.html

terça-feira, 17 de agosto de 2010

Decrescimento - Brasil: Oito Mudanças Necessárias

Segundo Serge Latouche, em seu Pequeno Tratado do Decrescimento Sereno, a revolução exigida para a construção de uma sociedade autônoma do decrescimento necessita de oito mudanças interdependentes e que se reforçam mutuamente. Esse autor sintetiza essas mudanças num "circulo virtuoso" de oito "erres", quais sejam:

REAVALIAR:  O altruismo deveria prevalecer sobre o egoísmo, a cooperação sobre a competição desenfreada, o prazer pelo lazer e o éthos do jogo sobre a obsessão do trabalho, a importância da vida social sobre o consumo ilimitado, o local sobre o global, a autonomia sobre a heteronomia, o gosto pela bela obra sobre a eficiência produtivista, o sensato sobre o racional, o relacional sobre o material, etc (...) Convêm passar de uma crença na dominação da natureza para a busca de uma inserção harmoniosa. Substituir a atitude do predador pela do jardineiro. "Preocupação com a verdade, senso de justiça, responsabilidade, respeito da democracia, elogio da diferença, dever de solidariedade, vida espiritual: eis os valores que devemos reconquistar a qualquer preço, pois são a base de nosso florescimento e nossa salvaguarda para o futuro" (Cornelius Castoriadis).    

RECONCEITUAR:  A mudança de valores acarreta outro olhar sobre o mundo e, portanto, outra maneira de apreender a realidade. Re-conceituar impõe-se, por exemplo, para os conceitos de riqueza/pobreza, mas também para o par escassez/abundância. Como bem mostraram Ivan Illich e Jean-Pierre Dupuy, a economia transforma a abundância natural em escassez pela criação artificial da falta da necessidade mediante a apropriação da natureza e sua mercantilização.

REESTRUTURAR: Significa adaptar o aparelho produtivo e as relações sociais em função da mudança de valores. O que está em questão aqui é a orientação para uma sociedade de decrescimento. Isso coloca a questão concreta da saída do capitalismo e da transformação de um aparelho produtivo que tem de se adaptar à mudança de paradigma. Por exemplo, a conversão das fábricas de automóveis em fábricas para fazer aparelhos de recuperação de energia por cogeração.

REDISTRIBUIR: Compreende a distribuição das riquezas e o acesso ao patrimômio natural, tanto entre o Norte e o Sul, como dentro de cada sociedade, entre as classes, as gerações e os indivíduos.

RELOCALIZAR: Significa produzir localmente, no que for essencial, os produtos destinados à satisfação das necessidades da população, em empresas locais financiadas pela poupança coletada localmente. A relocalização não deve ser apenas econômica. A política, a cultura, o sentido da vida é que devem recuperar sua ancoragem territorial.  Isso implica que toda decisão econômica, política e cultural que possa ser tomada em escala local deve ser tomada localmente.

REDUZIR: Significa, em primeiro lugar, diminuir o impacto sobre a biosfera de nossos modos de produzir e de consumir. Trata-se inicialmente, de limitar o consumo excessivo e o incrível desperdício de nossos hábitos. Outras reduções são desejáveis, desde os riscos sanitários, do turismo em massa até a dos horários de trabalho.

REUTILIZAR/RECICLAR: Significa aumentar ao máximo o tempo de uso dos materiais, bens, compostos e equipametos, combatendo a absolescência programada, e reciclar os resíduos não reutilizáveis diretamente.

No centro do circulo virtuoso da revolução  cultural dos oito "erres" está um "'erre" que pode ser encontrado em cada um deles: resistir. 

segunda-feira, 16 de agosto de 2010

For All the People: Uncovering the Hidden History of Cooperation, Cooperative Movements, and Communalism in America

The survival of indigenous communities and the first European settlers alike depended on a deeply cooperative style of living and working, based around common lands, shared food and labor. Cooperative movements proved integral to the grassroots organizations and struggles challenging the domination of unbridled capitalism in America’s formative years. Holding aloft the vision for an alternative economic system based on cooperative industry, they have played a vital, and dynamic role in the struggle to create a better world.

Seeking to reclaim a history that has remained largely ignored by most historians, this dramatic and stirring account examines each of the definitive American cooperative movements for social change—farmer, union, consumer, and communalist—that have been all but erased from collective memory. Focusing far beyond one particular era, organization, leader, or form of cooperation, For All the People documents the multigenerational struggle of the American working people for social justice. With an expansive sweep and breathtaking detail, the chronicle follows the American worker from the colonial workshop to the modern mass-assembly line, ultimately painting a vivid panorama of those who built the United States and those who will shape its future.

John Curl, with over forty years of experience as both an active member and scholar of cooperatives, masterfully melds theory, practice, knowledge and analysis, to present the definitive history from below of cooperative America.

Praise:

"It is indeed inspiring, in the face of all the misguided praise of 'the market', to be reminded by John Curl's new book of the noble history of cooperative work in the United States."
--Howard Zinn, author of A People’s History of the United States

“This new edition is greatly welcome, because we need a cooperative movement and spirit more than ever before. Curl surveys all, and explains much. New generations of readers will find this a fascinating account, and aging co-opers like myself will understand better what we did, what we tried to do, where we succeeded and where we failed. Get this book and read it, Curl will do you good.”
--Paul Buhle, coeditor of the Encyclopedia of the American Left, founding editor of Radical America (SDS).

About the Author:

John Curl has been a member of Heartwood Cooperative Woodshop in Berkeley for over thirty years, and has belonged to numerous other cooperatives and collectives. His historical writings include the History of Work Cooperation in America (1980) and Memories of Drop City (2007), his memoir of the 1960s commune movement. He is a translator and biographer of Inca, Maya and Aztec poets in Ancient American Poets (2006). His seven books of poetry include Scorched Birth, Columbus in the Bay of Pigs, and Decade: the 1990s. He is a longtime board member of PEN, chair of West Berkeley Artisans and Industrial Companies, a social activist, and has served as a city planning commissioner.

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segunda-feira, 9 de agosto de 2010

Cooperativismo para promover la autogestión de la vida cotidiana

Ya está en marcha la Cooperativa Integral Catalana, que cuenta con una central de compras, intercambios de bienes y servicios, y moneda social propia, el ecocoop.

Patricia Manrique (Redacción Cantabria)
Martes 15 de junio de 2010. Número 128

“El proyecto global es tratar de conseguir un embrión de nueva sociedad. Se trata de una cooperativa porque se tiene que relacionar con el sistema, pero sobre todo es un proyecto de construcción de una alternativa integral al capitalismo”, reflexiona Enric Durán, activista y miembro de la Cooperativa Integral Catalana puesta en marcha en mayo. Una iniciativa que tratará de cubrir todas las necesidades de sus socios –alimentación, vivienda, empleo, salud, educación, protección social y transporte– cortando progresivamente los lazos con el capitalismo.

El proyecto podría considerarse uno de los frutos del movimiento que implicó la publicación de Podemos! en marzo de 2009, donde ya se apuntaba la búsqueda de una alternativa al capitalismo. La Jornada de Huelga a la Banca del 17 de septiembre supuso otro paso, del que surgieron personas interesadas. Pero el empuje definitivo vino de la mano de las ecoxarxas, redes de ‘prosumidores’ conscientes, esto es, consumidores y productores, que se pusieron en marcha en Catalunya –en Tarragona, Montseny, Santa Coloma de Gramenet– y que “ayudaron a replantear la idea de la cooperativa integral, ya no sólo como un proyecto local, sino como un proyecto de coordinación de las ecoxarxas, integrando otras propuestas para salir del capitalismo”, señala Durán. Las ecoxarxas ya habían lanzado monedas sociales, algo que también ha hecho la Cooperativa Integral Catalana que, con el ecocoop, intercambiable por euros y equivalente con el resto de monedas sociales, pretende reducir la dependencia de las fluctuaciones financieras, implementar los intercambios locales y mejorar la capacidad adquisitiva de personas que no pueden trabajar, aun teniendo capacidades y conocimientos para hacerlo. El ecocoop “no es un almacén de valor”, remarca Durán, sino una simple unidad de medida de los intercambios, no genera intereses ni es escaso, y no tiene sentido acumularlo ni especular con él.

La figura jurídica de cooperativa ofrece un blindaje contra embargos privados o públicos, pues no puede tomarse acciones contra ella por las deudas de sus socios: únicamente hay que evitar el endeudamiento en nombre del colectivo, cuestión que recogen los estatutos. Así, se hace posible que insolventes, morosos y parados puedan vivir con toda normalidad, trabajando y consumiendo de manera autogestionada, sin tener que preocuparse por los embargos de deudas anteriores.

Las cooperativas disponen ya de una central de compras de productos ecológicos y locales y una red social comunal para el intercambio de productos y servicios. Otro de los grupos de trabajo busca proyectos de autoempleo vinculados a necesidades reales de los cooperativistas. Progresivamente, se pretende autogestionar la salud y la educación, y desearían generar un sistema de previsión social para garantizar las necesidades básicas de todos los miembros “en todo su recorrido vital”. El proyecto está alojado en la red social Redes en Red, puesta en marcha para la reunión que citó en Ruesta, durante cuatro días de abril, a decenas de activistas interesados en salir del capitalismo. En poco más de un mes, la cooperativa cuenta con un centenar de socios y media docena de núcleos locales en formación, además del núcleo gestor de Barcelona.
Fonte: http://www.diagonalperiodico.org/

terça-feira, 29 de junho de 2010

Benvinguts a l'ecoXarxa del Montseny

L'Eco Xarxa del Montseny és una associació de ciutadans de la bioregió del Montseny, units de forma continuada per crear espais econòmics complementaris a l'economia oficial, així com mecanismes de suport, ajuda mútua i aprenentatge, en base a criteris de sostenibilitat ecològica, proximitat i solidaritat.
Fem ús d'una moneda local (també dites socials, paral·leles, complementàries, o apropiades), l'Eco Seny, per permetre el funcionament d'un sistema d'intercanvis multirecíprocs a la regió, sense fer ús del diner.
També ens ajuda a l'hora de generar i organitzar espais de consum i de produccions que es relacionen amb espais externs a la regió, on combinem l'EcoSeny amb l'Euro.
Basem la nostra economia local en:
1. els intercanvis regionals, directes o amb EcoSenys, a través de la Xarxa d'Intercanvi del Montseny
2. les compres col·lectives a través de la Central de Compres de l'EcoXarxa, i
3. la producció col·lectiva de determinats béns de consum per comercialitzar fora de la regió a través dels Espais de Producció de l'EcoXarxa.
4. NOU: Des Gener 2010, comença a funcionar el sistema de moneda virtual de la Xarxa Ecoseny. Utilitzem el programa anomenat CES, (Community Exchange System) un programa informàtic per xarxes amb moneda social i alhora una plataforma web que uneix 172 xarxes d'arreu del món. Des d'ara l'Ecoseny és una d'aquestes xarxes. Aquesta moneda virtual es complementarà amb els bitllets físics que ja porten quasi un any circulant.
D'aquesta manera podem crear un nou nivell d'activitats socials i econòmiques més proper, en base a formes autogestionàries, lliures, ecològiques i basades en la solidaritat i els mètodes de presa de decisió del cercle i el consens.
Ens basem en les moltes experiències dutes a terme al món, que ens ensenyen com construir models d'economia més propers, a una escala humana i bioregional, que complementen l'economia del diner oficial.

A més d'aquests espais en el camp econòmic, centrals a la xarxa, hi ha 7 altres àrees en les que organitzem tallers, seminaris, cursos i altres activitats:
1. Àrea d'ecologia
2. Àrea de salut holística i creixement personal
3. Àrea d'infància i pedagogia
4. Àrea de noves tecnologies
5. Àrea d'art, artesania i cultura
6. Àrea d'agricultura
7. Xarxa d'Internet Lliure i Sense Fils
Tothom està convidat a unir-se a l'EcoXarxa, només cal adherir a la Carta de Principis de la Xarxa i participar de forma activa i responsable, començant per ser Pro-sumidors, és a dir productors i consumidors alhora, així com actuar de forma ètica, honesta i col·laborativa.
Creiem que la xarxa no és una utopia, sinó el camí cap a la utopia; un camí d'aprenentatge i pedagogia social que ens permeti sortir de patrons de vida alienats i aïllats del model urbà neolliberal, per poder crear formes de vida més plenes, comunitàries, sostenibles i col·laboratives.

sábado, 26 de junho de 2010

Cooperatives: A Better Kind Of Corporation - Paul Hazen - Forbes

They provide a model we can all look to for the future.

The great recession we've been going through will lead to nothing less than a new era in the economy and culture of America, a time of vigorous prudence and ethical self-regulation. That's the prediction of the writer Kurt Andersen in a recent cover story for Time magazine. Like many cultural prophets, Andersen sees us at the end of the age of limitless greed, McMansions and credit default swaps. He doesn't know what will take their place, but he says he's sure our innovativeness will come through for us.

His cultural reckonings may be true, but he needn't have such a nebulous sense of our economic and cultural possibilities. We don't need vast innovations. We already have a business model--the cooperatively owned business--that has been proven to embody just the kind of corporate social responsibility Andersen espouses, in times of both crisis and prosperity.

A cooperative is a democratically run business whose members are also its owners. Co-ops aren't just for alternative groceries. There are some 29,000 of them in all sectors of the American economy, a recent study by the University of Wisconsin found. They have revenues that exceed $3 trillion and employ 856,000 people. Household names among them include Ace Hardware, Ocean Spray, the Associated Press and Sunkist.

Many co-ops exist to bring services to millions of people who would otherwise lack them. Much of rural America, geographically marginalized, didn't have electricity until residents formed utilities cooperatives during the Great Depression. In the 1970s, communities joined together to create food co-ops, the only stores that would stock natural and organic foods. And in many major U.S. cities, housing cooperatives provide almost the only way people with lower incomes can afford to own homes.

All these cases reflect the basic value that guides cooperatives, a value that has set them apart in the current economic crisis. To put it simply, they exist to serve people's needs rather than to maximize profit.

With their shared ownership, cooperatives serve their members' needs democratically. They offer each member-owner a vote in board elections and a say in the running of the business, thus establishing a greater degree of mutual responsibility and accountability than in investor-owned companies. Member-owners answer to one another rather than to outside investors, and that interrelationship tends to minimize fraudulent, deceptive and damaging behavior.

Investor-owned firms, on the other hand, operate with built-in conflicts of interest as investors dictate the direction of the business and often sacrifice quality or ethical standards to guarantee higher returns. This happened recently on an unthinkable scale in finance and housing. Yet the investors in companies like AIG ( AIG - news - people ) have escaped with a clean conscience, because they don't feel any direct connection to the foreclosures on people's homes that AIG's actions wrought.This wouldn't--and didn't--happen with cooperatives. Co-ops don't have an inherent conflict between their investors and the customers they serve. Their owners are the people who use their services. This personal involvement makes gambling with their fate much less attractive. The only way an individual's fortune will grow is if the cooperative grows; a loss for the cooperative is a loss for each individual. Co-op executives don't have the incentive to pilfer their businesses that executives at investor-owned firms do.

More often than not, co-ops are locally owned and run. For that reason, too, their owners have to bear witness to the effects of their decisions. This isn't usually the case with investors who own shares in public corporations from a geographical and cultural distance.

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Paul Hazen is the president of the National Cooperative Business Association.